Autor:
Oscar Wilde.
La novela
relata la historia de Dorian Gray, un joven feliz, tranquilo, inocente y
proveniente de una familia adinerada, que por varios días ha estado posando
para un amigo suyo, el pintor, Basil Hallward. Pero por esos días, Dorian
conoció a un señor de la alta sociedad, un dandy
Lord Henry, y éste le ha metido malas ideas al joven; le ha enseñado una
doctrina llamada Hedonismo, basada en la idea de que, en la vida sólo hay dos objetivos
importantes: el placer y la belleza.
Le ha
aconsejado que aproveche su juventud, porque la juventud es lo más hermoso que
se puede poseer, y en unos años, cuando esté anciano y feo, se arrepentirá de
no haberla aprovechado.
El pintor termina
el retrato que ha estado pintando del joven, y Dorian se quedó inmóvil,
contemplando su retrato. Se quedó pensando en todas las cosas que Henry le había
dicho, y cayó en la cuenta de que, dentro de varios años sus ojos azules perderían
ese brillo y toda su algo y su cuerpo quedarían horribles cuando pierda la
belleza que el cuadro ha logrado capturar. Sentía odio hacia su propio retrato,
porque éste permanecería así por siempre, y Dorian se haría viejo.
Pidió con
todas sus fuerzas que esto fuese al revés, que él conservará eternamente su
belleza, y que el retrato se encargara de soportar el horrible aspecto que
Dorian tendría con el tiempo.
Y así fue,
pasaron los años y el joven seguía conservando tu hermoso aspecto, aunque por
dentro era un mounstro sin sentimientos, lleva una vida llena de vicios, hipocresía,
perversiones, sólo le interesa su propia satisfacción y no le interesa la
moral; y por otro lado, el cuadro ahora está espantoso, todos los malos actos
de Dorian recaen sobre su retrato. El retrato es el aspecto de su alma.
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