domingo, 19 de mayo de 2013

"Rima XXVII"

 Autor: Gustavo Adolfo Bécquer
Despierta, tiemblo al mirarte;
dormida, me atrevo a verte;
por eso, alma de mi alma,
yo velo mientras tú duermes.

Despierta, ríes, y al reír tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.

Dormida, los extremos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja un sol que muere.
¡Duerme!

Despierta, miras y al mirar tus ojos
húmedos resplandecen
como la onda azul en cuya cresta
chispeando el sol hiere.

Al través de tus párpados, dormida,
tranquilo fulgor vierten,
cual derrama de luz, templado rayo,
lámpara transparente.
¡Duerme!

Despierta, hablas y al hablar vibrantes
tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
se derrama a torrentes.

Dormida, en el murmullo de tu aliento
acompasado y tenue,
escucho yo un poema que mi alma
enamorada entiende.
¡Duerme!

Sobre el corazón la mano
me he puesto porque no suene
su latido y de la noche
turbe la calma solemne.

De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.
¡Duerme!

¿A quién va dirigido? A una mujer amada.

¿Cuál es el estado de ánimo del autor? Enamorado.

Metáfora: tus labios inquietos me parecen relámpagos de grana que serpean sobre un cielo de nieve.

Símil:  tus ojos húmedos resplandecen como la onda azul en cuya cresta chispeando el sol hiere.

Hipérbole: los extremos de tu boca pliega sonrisa leve, suave como el rastro luminoso que deja un sol que muere.

Conclusión: El autor describe a la mujer que ama mientras ella durme comparando como es dormida y como es cuando esta despierta, haciendo relucir sus cualidades.

Autor del análisis del Poema: López López Jazmin Kristtel 

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