“Si la naturaleza nos ha dado el poder del raciocinio y
alcanzamos que el elemento de amar y muchísimo más poderoso que el de follar...
¿Por qué cuesta tanto asimilar que alguien pueda amar y follar con quien desee
sin importar sus condiciones biológicas y si es varón o mujer? Me resulta
altamente otro acto de inmadurez y poca aceptación a lo que es uno mismo, no
solamente como persona, sino también como raza inteligente y capaz de ir más
allá de los términos difusos de la naturaleza”.
-
Carroll Lewis, seudónimo
de Marco A. Rodríguez Navarro.
La importancia de comprender que existen
múltiples y muy variadas maneras de sentir y vivir la sexualidad reside en que
ésta no es una parte secundaria de la personalidad, sino muy por el contrario,
se encuentra en el centro íntimo del individuo, siendo esencial para su felicidad
y realización como persona.
La sexualidad
humana, a diferencia de la animal, está conformada por un sinnúmero de elementos
más allá de lo genital y aún mucho más allá de la capacidad reproductora.
Comprender esto es la base para la aceptación de las diferentes maneras de
expresar los sentimientos y el erotismo, de las distintas preferencias
sexuales.
Se habla mucho acerca de la homosexualidad y
de la heterosexualidad, sin embargo, no se ha profundizado mucho en el tema de
la orientación sexual intermedia: la bisexualidad.
¿Cómo definiríamos
la bisexualidad? Es la capacidad para poder elegir el tipo de pareja
que mejor vaya con aquello que se busca, sin tomar en cuenta si es hombre o
mujer; tanto hombres como mujeres pueden ser bisexuales.
La sexóloga Rinna
Reisenfeld, considera que hay varias bisexualidades: “Puedes dividir entre: fantasía,
atracción (con quién se te para), amor (de quién te enamoras) y en práctica
(con quién la ejecutas).
Myriam Brito Domínguez, coordinadora de la
Organización Opción Bi en la Ciudad de México, afirma que la bisexualidad es
una orientación, un deseo erótico y un ejercicio de libertad y autonomía en
donde un ser humano entabla relaciones erótico-afectivas con hombres y mujeres
y donde se ha superado la dicotomía impuesta, negro-blanco, bueno-malo,
heterosexual- homosexual, para sólo ver a las personas sin importar el género.
La posición
intermedia del bisexual resulta incómoda, explica el antropólogo Joan Vendrell
Ferré, porque amenaza la solidez de las otras dos posiciones (homosexualidad y
heterosexualidad), desde donde además puede ser percibido como un infiltrado,
“puede ser contemplado como alguien peligroso y suscitar todo tipo de fobias”.
A la actitud o
reacción de rechazo hacia las personas bisexuales se le llama bifobia; los que ejercen la bifobia son llamados bifóbicos,
y éstos pueden ser heterosexuales e incluso gays o lesbianas. La bifobia no
incluye necesariamente la homofobia, porque hay estereotipos específicos para
los bisexuales. Esta antipatía tiene que ver con la herencia cultural, por la
que los comportamientos que se alejan de la pareja tradicional (hombre – mujer)
se viven como amenaza.
Estos prejuicios
sobre la bisexualidad han creado una serie de mitos y realmente la mayoría de
quienes afirman esto son personas que repiten los que les dicen o escucharon,
son dichos basados en repetir y en un profundo desconocimiento:
- “La
bisexualidad no existe, son homosexuales que se niegan a asumir su
verdadera orientación” ó
“la bisexualidad es una desviación o enfermedad”.
FALSO. La bisexualidad es una tendencia
natural que existe en todos los seres humanos y no equivale a la homosexualidad.
Y tampoco constituye ninguna patología, ni se relaciona con personas anormales.
La mayoría
de los investigadores afirma la teoría de que todos nacemos con una capacidad
para relacionarnos con ambos sexos, pero que dicha capacidad pasa a
socializarse en heterosexualidad y homosexualidad, quedando una minoría en la
bisexualidad.
“Actualmente
sabemos que durante nuestro periodo de desarrollo embrionario, durante los
primeros tres meses de gestación, se define la apariencia física, pero también
las hormonas organizan el cerebro a la femenina o a la masculina, aunque
también hay intermedias”, opina el doctor en Neurociencias de la conducta,
Oscar Galicia Castillo.
- “Los bisexuales
son promiscuos e infieles”.
FALSO. La promiscuidad es la práctica de
relaciones sexuales con varias parejas o grupos sexuales, y es un
comportamiento que tiene más que ver con la personalidad y con los valores, que
por la posibilidad de sentirse atraído tanto por hombres como por mujeres.
Personas
promiscuas las hay ‘homo’, ‘bi’ y ‘hetero’.
- “Los bisexuales
son quienes más contagian enfermedades de transmisión sexual como el SIDA”
FALSO. Las ETS son contagiadas por gente
inconsciente que no se protege adecuadamente, repito: ya sean ‘homo’, ‘bi’ o ‘heteros’.
A
pesar de los avances registrados en materia de políticas públicas para
reconocer y respetar los derechos humanos de la población bisexual, éstos siguen afrontando rechazo y discriminación en legislaciones, normas y en el trato que
día a día reciben por parte de funcionarios y empleados de salud. De hecho, la NOM-003-SSA2-1993, referente al manejo de la sangre,
advierte que homosexuales y bisexuales no pueden donar, y la idea de que quienes
“contagian” el VIH hombres y mujeres es la población bisexual aún subsiste,
incluso es fomentada por especialistas en salud sexual, lo que ha derivado en
un rechazo y bifobia, mencionó Brito Domínguez, coordinadora de Opción Bi.
El problema de este
tipo de prejuicios sobre la bisexualidad es que se pueden encontrar tanto en
espacios heterosexuales, como en los homosexuales.
Para la activista
Myriam Brito, la forma de combatir la bifobia es con un lenguaje incluyente que
visibilice a los bisexuales, además de informar a personal de salud las necesidades de la población diversa.
“No es lo mismo una chica que tiene sexo con chicos o con chicas, a una mujer u
hombre cuyo interés son las personas de ambos sexos”.
¿Cómo prevenir la bifobia o cambiar este prejuicio
sexual?
- Desde nuestros
hijos. Educar
en la tolerancia, a aceptar la diversidad en todas sus formas y
condiciones, aprender a respetar al otro, a mirar a todas las personas los
seres legítimos y dignos de amor, no importando cuán diferentes puedan ser
de mi realidad o condición.
- Desde las
instituciones de educación. Informar a los niños tanto en la
existencia de diversas orientaciones sexuales, como en el
acoger y validar los sentimientos homo o bisexuales propios de la
edad adolescente como algo normal que lleva posteriormente a una
definición sexual.
- Desde nuestro
lenguaje diario.
Ser conscientes de cómo nos expresamos; palabras como “maricón” y “gay”
dichas de manera despectiva, hablan del profundo prejuicio sexual
que avalamos con nuestra manera de hablar y referirnos hacia otros.
- Desde las leyes
y el estado.
Exigir la promulgación de leyes que resguarden a las personas de
discriminación y actos de violencia por su orientación sexual, crear
instituciones que guíen y eduquen a la población sobre estos temas y
prevengan actos de intolerancia y deshumanización de este grupo.
Cada
quien tiene su forma de sentirse feliz, y si los bisexuales son felices siendo
así, entonces ¿cuál es mi problema?, ¿en qué me afecta?, ¿por qué cuesta tanto
entender que alguien puede amar a quien quiera, sin importar si es hombre o
mujer?
El
propósito de mi discurso es proporcionar información e intentar abrir la mente
de todos aquellos que juzgan, insultan, rechazan y menosprecian a los
bisexuales, solamente por el hecho de pensar y actuar diferente.
Ser
una sociedad más sana y justa depende de cada uno de nosotros, nuestras
actitudes diarias pueden hacer un cambio significativo en nuestro entorno para
evitar que sigan ocurriendo hechos de violencia o discriminación contra
personas inocentes y dignas de respeto al igual que todos.
Alejandra Fernández Correa.